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Por qué está sobrevalorada la autodisciplina

La (inquietante) teoría y práctica del control desde dentro Por Alfie Kohn Si hay un rasgo del carácter por cuyos beneficios hayan abogado tanto los educadores tradicionales como los progresistas, bien pudiera ser la autodisciplina. Casi todo el mundo quiere que los estudiantes hagan caso omiso de sus impulsos no constructivos, resistan a la tentación y hagan todo lo que haya que hacer. Es cierto que esto nos lo recomiendan con particular fervor ese tipo de personas que desdeñan cualquier referencia a la autoestima y deploran la, según ellos, laxitud actual. Pero incluso quienes no se definen a sí mismos como conservadores están de acuerdo en que imponer disciplina a los niños (bien sea para mejorar su comportamiento, bien para que se apliquen en sus estudios) no es tan deseable como conseguir que los niños se impongan esa disciplina a sí mismos. Es atractivo para los maestros –de hecho, para cualquiera que esté en posición de relativo poder– que la gente sobre la que tienen auto

La Verdad Acerca de los Deberes

Las Tareas Innecesarias Persisten por Causa de las Ideas Equivocadas Sobre el Aprendizaje Por  Alfie Kohn NOTA: Para una visión más detallada de los temas discutidos aquí, por favor refiérase a  The Homework Myth . Existe algo contrariamente fascinante sobre las políticas educativas, que están claramente en conflicto con la información disponible. Todavía se construyen escuelas enormes, a pesar de que sabemos que los estudiantes tienden a comportarse mejor en lugares más pequeños que los conducen a crear por sí mismos comunidades democráticas y solidarias. Muchos niños que fallan según el estatus quo académico, son forzados a repetir el grado, a pesar de que los estudios indican que esta es la peor opción para ellos. Se continúa enviando tareas – incluso en cantidades mayores- a pesar de la ausencia de evidencia de que esto sea necesario, o beneficioso, en la mayor parte de casos.

El Riesgo de las Recompensas

Por Alfie Kohn Muchos educadores están acertadamente concientes de que los castigos y amenazas son contraproducentes. Haciendo sufrir a los niños para alterar su comportamiento futuro se puede muchas veces obtener complicidad temporal, pero esta estrategia no los ayuda a convertirse en personas que tomen sus decisiones en forma ética y compasiva. El castigo, incluso referido eufemísticamente como consecuencias, tiende a generar ira, desafío, y deseo de venganza. Más aún, proporciona un modelo del uso del poder en lugar de la razón y rompe la importante relación entre el adulto y el niño.

Cinco Razones para Dejar de Decir “¡Muy Bien!”

Por Alfie Kohn NOTA: Una versión abreviada de este artículo fue publicada en la revista  Parents  en mayo de 2000 con el título “Hooked on Praise" (“Enganchados a los Elogios”). Para una visión más detallada de los temas discutidos aquí, por favor refiérase a los libros  Punished by Rewards  y  Unconditional Parenting . Salga a un sitio de juegos, visite una escuela o aparézcase en la fiesta de cumpleaños de un niño, y hay una frase que de seguro va a escuchar: “¡Muy bien!”. Incluso los bebés pequeños son elogiados por juntar sus manos (“Bonito aplauso!).  A algunos de nosotros se nos escapan estos juicios sobre nuestros niños al punto de que casi se convierte en un tic verbal. Muchos libros y artículos advierten en contra de recurrir al castigo, desde pegar hasta el aislamiento forzado (“tiempo fuera”). Ocasionalmente alguien incluso nos pedirá que reconsideremos la práctica de sobornar a los niños con stickers o comida.  Pero usted tendrá que buscar arduamente para encontr

Amor parental con limitaciones

Por Alfie  Kohn [Ésta es una versión algo más extensa del artículo publicado bajo el nombre “ When  a  Parent's  'I  Love   You '  Means  'Do as I  Say '" (Cuando el “te quiero” de los padres significa “hazlo como te decimos”). Para conocer en mayor profundidad el tema que aquí se trata, lea el libro o vea el  DVD  titulado Unconditional   Parenting  (Crianza Incondicional).] Hace ya más de 50 años,  Carl   Rogers  sugería que los ingredientes principales que hacen que la psicoterapia tenga éxito son tres: que el psicoterapeuta apueste por la autenticidad en lugar de esconderse tras una máscara de profesionalidad, que comprenda en profundidad los sentimientos de sus pacientes y, por último, que deje de lado los juicios de valor para expresar una “consideración positiva e incondicional” hacia aquellos a quienes pretende ayudar.